Nunca imaginarías cómo y dónde surgió el popular swipe de Tinder

| 25 octubre, 2019 | 0 comentarios

Nunca imaginarías cómo y dónde surgió el popular swipe de Tinder

Izquierda o derecha. Así de fácil es actualmente descartar o aceptar a un/a potencial pretendiente en la mayoría de apps de dating (y plataformas de otro tipo). Si se desliza la pantalla al lado diestro es que hay cierto interés, pero si se hace al siniestro es que la persona no nos cuadra para nada. Es lo que conocemos como ‘Swipe’.

Sin embargo, esto no siempre fue así. Anteriormente a la popularización de este simple movimiento horizontal, era necesario rellenar interminables formularios con datos personales para que la app de turno tirara de sus algoritmos e identificara las posibles correspondencias o compatibilidades.

Teniendo en cuenta su simplicidad, se puede pensar que el Swipe siempre ha estado ahí, aunque antes se usara para otras cosas. Sin embargo, eso no es cierto. El mérito de esta invención hay que atribuírselo a Tinder, la aplicación que ha revolucionado el negocio de los servicios para ligar online.

Tinder ha logrado que cualquiera pueda hacerse un perfil en una app de dating con un par de fotos y su nombre, dejando el resto de información como secundaria. Todo se basa en las primeras impresiones y en si el físico despierta una atracción, algo que le ha supuesto al servicio que le tachen de ser demasiado superficial.

El verdadero origen del Swipe

Nunca imaginarías cómo y dónde surgió el popular swipe de Tinder

La idea del Swipe salió de un lugar donde surgen muchas buenas ideas: el cuarto de baño. La historia se puede leer en un chat en directo publicado en la plataforma ProductHunt.

Tinder se creo en 2012 y cuando la app estaba en desarrollo, los perfiles se organizaban como un mazo digital de tarjetas que se volteaban y se clasificaban en montones.

El cofundador y director de Estrategia de Tinder, Jonathan Badeen, estaba buscando una forma de gamificar el proceso y hacerlo más simple. Pensaba que usar los botones para mover las tarjetas “se sentía torpe y lento” y deseaba encontrar más fluidez. Badeen se daba cuenta de que “en un escenario del mundo real las decisiones que tomamos son rápidas, subconscientes”.

La inspiración le vino después de tomarse una ducha con agua caliente. Se había olvidado de encender el extractor y todo el baño estaba lleno de vaho. “Limpié el espejo, pero en un minuto estaba empañándose de nuevo. Lo limpié por segunda vez, pero en esta ocasión lo limpié en la dirección opuesta”, cuenta. “Entonces vi una cara familiar mirándome en la clara área del espejo que mi mano acababa de deslizar”.

Badeen se había percatado de que con dos gestos “el deslizar (el swipe) era la manera más simple de llevar la tarjeta del punto A al punto B”. El emprendedor había tenido su particular momento ‘¡Eureka!’, así que, bien duchado y aseado, llegó a la oficina y le contó su idea al equipo de Tinder. Éstos se pusieron manos a la obra y crearon la funcionalidad concebida por el directivo. Y el resto es historia. Actualmente, los usuarios de Tinder practican swiping a diario en 1.400 millones de ocasiones.

Alberto Payo

Alberto Payo

Periodista especializado en tecnología y cultura. Co-fundador y responsable editorial de Applicantes. Colaborador de Forbes, SINC, Escudo Digital y laBerrea89. Amante de la fotografía, el cine, los comics, los viajes y el buen humor.
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