Muchas de las apps más usadas siguen suspendiendo en accesibilidad

La mitad de las aplicaciones móviles más usadas no cumplen con los criterios básicos de accesibilidad. Si tienes la suerte de no estar entre los más de 4 millones de personas que conviven con algún tipo de discapacidad en nuestro país, puede que pienses que esto no va contigo. A menos, eso sí, que mañana te lesiones una mano o desarrolles una enfermedad que limite tu visión o tu audición. O que continúes envejeciendo, como todo el mundo, y tengas que comenzar a convivir con sentidos y capacidades que se van deteriorando. En ese caso, es posible que agradezcas poder seguir usando tu móvil y tus apps de siempre con normalidad.
Ayudar a empresas y profesionales a hacer más inclusivos este tipo de servicios digitales es, precisamente, el objetivo de la guía Accesibilidad de aplicaciones móviles, que acaban de publicar GooApps y Fundación ONCE.
¿Qué es una app accesible?
En el ámbito de las aplicaciones móviles se entiende por accesibilidad el diseño y desarrollo de sistemas que puedan ser utilizados por cualquier persona, sin importar sus capacidades o limitaciones físicas, sensoriales o cognitivas. Esto implica que las aplicaciones sean perceptibles (contenido visible y audible), operables (con controles y funciones manejables con diferentes dispositivos y métodos), comprensibles, y robustas y compatibles con otros sistemas y tecnologías actuales y futuras.
En la práctica esto se traduce en diferentes funcionalidades. “Para las personas con movilidad reducida, las aplicaciones móviles deben ofrecer métodos alternativos de interacción. Por ejemplo, controles por voz, dispositivos de entrada como interruptores o la posibilidad de utilizar un teclado externo”, explica en la guía Lourdes González, responsable de accesibilidad tecnológica en Fundación ONCE.
También contribuyen a la accesibilidad sensorial, para usuarios con limitaciones visuales o auditivas, aspectos como garantizar un buen contraste entre el texto y el fondo, introducir textos alternativos que describen el contenido visual o incluir subtítulos en los vídeos. Mientras que la accesibilidad cognitiva depende en gran medida de simplificar la navegación y el lenguaje. “Las instrucciones deben ser claras y consistentes y el diseño de la interfaz debe minimizar las distracciones”, añade González.
Barreras para la creación de apps más inclusivas
El problema es que estos criterios no siempre están presentes en los proyectos de apps móviles y menos aún en las fases iniciales de diseño y desarrollo. “Que muchas apps no sean accesibles suele deberse a una mezcla de prioridades, desconocimiento y decisiones de producto”, ha asegurado Vinni Biazzus, Project Manager y Product Owner en GooApps, en declaraciones a Applicantes.
En esto hay un componente de cultura y formación, tanto de los equipos como de los partners y consultores externos, que condiciona la aplicación de estándares y buenas prácticas de forma sistemática. Hay otro componente técnico, relacionado con el uso de soluciones de terceros y la falta de tests específicos de accesibilidad (VoiceOver/TalkBack, foco, contraste). Pero, sobre todo, hay un componente económico.
Introducir la accesibilidad desde el diseño incrementa los costes al inicio del proyecto, lo cual suele actuar como elemento disuasorio para muchos creadores. Sin embargo, acaba resultando más barato a medio-largo plazo. “En muchos proyectos (especialmente en fases iniciales) se prioriza sacar una app ‘que funcione’ y la accesibilidad queda para después; el problema es que luego no es un extra, sino retrabajo, y sale más caro, y muchas veces el proyecto sigue sin tener esto en cuenta”, destaca Biazzus.
¿Y en lo que se refiere al atractivo y belleza del resultado final?
“Accesibilidad y diseño no están reñidos, aunque es un prejuicio bastante común”, añade el portavoz de GooApps. “Es cierto que priorizar la accesibilidad suele llevar a diseños más claros y minimalistas, donde se da más importancia a la legibilidad, el contraste y la jerarquía visual. También implica, por ejemplo, botones y zonas táctiles más grandes, pensando en personas con dificultades motoras, lo que puede influir sutilmente en la composición de la interfaz. Pero eso no hace el diseño ‘peor’, sino más usable. Un mal diseño no es consecuencia de la accesibilidad, sino de no saber integrar bien ambos aspectos”, aclara.
Donde se unen negocio, regulación y justicia social
Como contrapartida, cuando se trabaja correctamente, la accesibilidad suele mejorar la experiencia para todos los usuarios, no solo para quienes tienen alguna discapacidad. De hecho, aumenta el uso potencial de las aplicaciones en un 20 por ciento y, por tanto, amplía el mercado y tiene un impacto directo sobre el negocio.
Pero es que, además, la creciente presión regulatoria en esta materia está haciendo que la accesibilidad deje de ser una opción para las compañías y se convierta en una obligación. Desde 2021 en España se aplica la norma UNE-EN 301 549, anclada en la Directiva Europea de Accesibilidad Web y que afectaba principalmente a los sitios webs y aplicaciones del sector público. A ella, se ha unido este verano la nueva Ley de Accesibilidad Europea. También conocida como Acta Europea de Accesibilidad (EAA), esta norma extiende el alcance de los criterios de accesibilidad a otros muchos sectores, como el comercio electrónico, la banca o el transporte.
En palabras de Lourdes González, de Fundación ONCE, “la legislación ha influido notablemente en que las organizaciones empiecen a fijarse en la accesibilidad digital. La administración pública tiene algo más de trayectoria, pero en el caso de las empresas, muchas no lo habían contemplado hasta ahora”.
Biazzus coincide con esta valoración y añade a los sectores más sensibilizados con la inclusión las apps de nicho dirigidas a públicos con necesidades específicas, donde la accesibilidad forma parte del propio propósito del producto; las de salud y bienestar, por el lugar central de la empatía, la seguridad y la experiencia del paciente o usuario; y aquellas apps maduras y con más recorrido, que cuentan con equipos más grandes, mayor especialización y capacidad económica para invertir en diseño, QA y mejoras continuas, incluida la accesibilidad.
Sin embargo, como recuerda el Project Manager y Product Owner de GooApps, este no es un camino que dependa solo de la regulación: “si no hay cultura, formación y la convicción de que la accesibilidad forma parte de la calidad del producto, se corre el riesgo de cumplir lo justo y hacerlo mal. Entendemos que la ley ayuda, pero el verdadero cambio llega cuando la accesibilidad se integra por convicción, no solo por obligación”.
Isabel R. Benítez
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