Zing Coach: una nueva generación de entrenadores personales virtuales

Desde finales de la primera década de los 2000 muchos hemos comenzado a practicar deporte acompañados de apps de fitness y wearables que nos hacían la tarea más llevadera. A unos nos engancharon por permitirnos seguir nuestros movimientos y evaluar nuestros progresos y a otros, por ofrecerles catálogos de ejercicios y rutinas a precios mucho más asequibles que un entrenador o entrenadora personal. Con el paso del tiempo, buena parte de esos workouts se convirtieron incluso en clases virtuales que podías seguir desde tu móvil en cualquier momento y lugar.
El problema es que, pese a lo mucho que avanzamos -sobre todo en la pandemia-, las posibilidades de estos sistemas seguían siendo limitadas. Especialmente, en lo relativo a la personalización de las actividades y sesiones recomendadas y, por supuesto, el nivel de acompañamiento: continuábamos enfrentándonos a las mancuernas o la carrera mañanera en soledad, con el impacto que esto tenía en la motivación de muchos de nosotros. Pero ¿y si te dijera que tenemos una nueva aliada para cumplir nuestros objetivos?
Con no poca ambición, la inteligencia artificial generativa promete cubrir las lagunas que aún quedaban en las aplicaciones de fitness. Una muestra de ello es Zing Coach.
Esta herramienta va un paso más allá de las aplicaciones de fitness tradicionales. Combina planes deportivos personalizados, seguimiento del rendimiento y análisis de la actividad física con un elemento diferencial: un coach conversacional basado en IA generativa que acompaña al usuario antes, durante y después de cada sesión. No es una simple capa estética ni un chatbot anecdótico, sino el eje sobre el que gira toda la experiencia.
Una app de fitness sólida

Como aplicación deportiva Zing cumple con lo que cabe esperar hoy de este tipo de herramientas. Ofrece distintos tipos de planes que se pueden adaptar a diferentes niveles (básico, intermedio, avanzado) y objetivos (ganar masa muscular, perder peso y mantenimiento), así como a lesiones o limitaciones físicas del usuario.
Como app de fitness pone el foco en el entrenamiento de fuerza, permitiendo elegir entre entrenamiento de fuerza con maquinaria, calistenia, HIIT o recuperación. La selección de ejercicios y de aparataje es amplia, lo que facilita su uso tanto en gimnasios como en casa. Además, Zing Coach ofrece opciones de personalización adicionales como la inclusión de superseries o cardio o ajustes de los programas de entrenamiento en función del tiempo disponible.
Una vez configurado el plan, llega el momento de entrenar y es ahí donde comienzan las diferencias con otras plataformas del mismo estilo.
Ventajas de Zing frente a otras apps
La interfaz de Zing Coach es simple y bastante clara, haciendo que la configuración y la navegación resulten sencillas.
Desde la pantalla principal se accede a tres grandes bloques: Entrenamiento, Análisis y Chat. En el primero se concentran los entrenamientos activos, la racha de actividad, los entrenamientos guardados, funciones como el escaneo corporal y la configuración del plan y la app. El apartado de Análisis ofrece información sobre recuperación muscular y rendimiento y la prueba física. Mientras, el Chat actúa como puerta de entrada constante al coach. No hay fuegos artificiales visuales, pero sí una estructura pensada para que el usuario no se pierda ni se abrume.
Dentro de las funcionalidades disponibles, y dejando a un lado el coach virtual del que hablamos más adelante, destacan, por comparación con otras apps del mercado, la sección de recuperación muscular y el escaneo corporal y la prueba física.

La primera es útil porque te permite hacerte una idea de qué grupos musculares están más cargados o descansados antes de entrenar. No lo había visto antes y, aunque no sustituye tu propio criterio y tus sensaciones corporales, aporta una referencia útil para decidir qué tipo de sesión abordar cada día.
El escaneo corporal y la prueba física destacan, por su parte, porque sacan partido a la parte más vistosa de la IA generativa y los sistemas de visión computerizada. Ponerte delante de tu móvil y que este sea capaz de contar cuántas sentadillas o flexiones haces para darte una estimación de tu nivel de fitness o evaluar tu porcentaje de músculo y de grasa corporal creo que forma parte de los sueños de cualquiera que se adentra en el deporte desde un lado más friki.
Eso sí, yo usaría estas funcionalidades con mucha precaución, especialmente el escáner corporal. Puede ayudarte a tener un punto de partida, pero de ahí a otorgarle la fiabilidad que le puedes dar a un plicómetro para pliegues cutáneos o una báscula de bioimpedancia hay un mundo. Añádele a eso otras cuestiones, como lo mucho que cambia el aspecto del cuerpo de una mujer a lo largo de su ciclo menstrual y tienes el cóctel perfecto para que una foto resulte muy insuficiente para decirte cuánto músculo tienes…
El escaneo corporal es, además, una funcionalidad adicional por la que tendrás que pagar por separado. Zing está disponible tanto en Android como iOS y funciona con modelo de suscripción. La app incluye el acceso al sistema de entrenamientos y al coach conversacional, mientras que otros recursos, entre los que se incluyen también las guías de nutrición y de suplementación (de nuevo, personalizadas) se adquieren mediante un pago único. Este da acceso permanente al contenido, por lo que no hay que renovarlas a menos que cambien de forma significativa los objetivos o las características físicas del usuario.

Entrenadores personales al alcance de cualquiera
Pero vamos a por aquello que hace de Zing Coach lo que es de verdad: su ‘equipo’ de coaches virtuales. Con ellos se interactúa a dos niveles. Por un lado, en conversaciones directas. Por otro, en los entrenamientos, ya que nos acompañan durante todo el proceso, mostrándonos los ejercicios y celebrando nuestros logros.
Zing da la posibilidad de elegir entrenador al inicio, aunque puedes cambiarlo después, incluso en cada sesión, si eres de aquellos que se aburren con facilidad o necesitan distintos tipos de motivación según el día. Existen cuatro personalidades diferentes: John, el que no acepta excusas y promete grandes resultados; Jennifer, cálida y comprensiva; Sarah, súper motivada y con sentido del humor; y Chris, profesional, enfocado y eficiente.
He de decir que, a priori, tuve ciertos prejuicios, especialmente con John. Pensaba que sería el típico entrenador agresivo que te motiva a base de hacerte echar los higadillos y decirte que sin lágrimas no hay gloria, pero nada más lejos de la realidad.
Pese a que cada uno tiene su carácter, todos son bastante equilibrados. Las interacciones están razonablemente bien construidas y, en general, evitan los tópicos más problemáticos del universo fitness. No hay recomendaciones extremas ni discursos culpabilizadores sobre el cuerpo o el rendimiento. Incluso el que se presenta como el más ‘duro’ tiene un tono medido, centrado en la constancia y el esfuerzo sostenible.
Este punto es clave. Frente a la abundancia de contenidos de entrenamiento online que rozan —o cruzan— la línea de lo tóxico, Zing parece haber establecido guardarraíles claros. Las recomendaciones son sensatas y el enfoque invita a incorporar el ejercicio desde un lugar saludable, no desde la autoexigencia desmedida o la insatisfacción corporal permanente. En ese sentido, el uso de la app resulta, en general, más seguro que buena parte del contenido fitness que circula libremente en redes sociales.
Por otro lado, el chat con el coach tiene memoria. Se guarda todo el histórico de conversaciones y, aunque se cambie de entrenador, el contexto se mantiene. Desde ahí se pueden hacer ajustes en los entrenamientos, pedir apoyo cuando algo duele, resolver dudas básicas sin vergüenza o incluso solicitar un menú semanal.
Esta disponibilidad 24/7 tiene ventajas evidentes —menos reparo que con un entrenador humano, posibilidad de preguntar a cualquier hora—, pero también exige cierta autorregulación por parte del usuario. Como ocurre con cualquier sistema conversacional, la interacción puede volverse ligeramente adictiva si no se ponen límites, ya que el coach siempre termina sus intervenciones con alguna pregunta u ofreciéndose a hacer algo por ti.

Nunca más entrenarás en soledad
En lo que se refiere a la experiencia concreta de las sesiones de entrenamiento, la presencia del coach también las hace algo distintas a las de otras apps. Antes de comenzar, el usuario puede modificar ejercicios, añadir o eliminar movimientos y ajustar la sesión a sus necesidades del momento. Hasta ahí, nada nuevo. Lo que cambia es el entrenamiento en sí.
Durante el mismo, tu coach te acompaña de forma constante: marca descansos, guía el ritmo y ofrece vídeos explicativos bastante logrados sobre cómo ejecutar cada ejercicio. Para quienes necesitan acompañamiento y estructura, o tienden a distraerse con facilidad, este seguimiento reduce de forma notable las excusas habituales para abandonar a medias.
Al finalizar el entrenamiento, Zing Coach utiliza tu rendimiento y el feedback que le das (“demasiado fácil”, “perfecto”, “fue duro”) para ajustar los entrenamientos. Si detecta mejoras, incrementa el nivel de exigencia; si percibe bajadas de rendimiento o irregularidad, adapta la carga para evitar el abandono. Los cambios más estructurales (duración, frecuencia o nivel general) pueden gestionarse con ayuda del coach, pero el ajuste fino se produce de forma automática. Todo esto alcanza unos niveles de personalización que hasta la fecha eran impensables si no tenías detrás un entrenador personal (humano).
(N.P.) Necesita mejorar
Pese al salto que Zing representa con respecto a otras apps de fitness, no todo funciona igual de bien. La experiencia en español presenta inconsistencias. Por ejemplo, aunque en el chat el coach responde e interactúa en este idioma, las preguntas que aparecen como sugerencia están en inglés. Lo mismo sucede con los nombres de los ejercicios. Para quien no domine los términos anglosajones, esto puede ser una barrera importante.
A ello se suman algunos fallos de usabilidad, como problemas al modificar los pesos durante los entrenamientos o la imposibilidad de corregir un dato una vez finalizada la sesión. Son fricciones que rompen la sensación de producto pulido y que convendría resolver.

Riesgos y recomendaciones de uso
En la web de Zing Coach se asegura que es un producto creado por expertos en fitness y entrenamiento personal, fisiología deportiva, psicología conductual, bienestar general y longevidad. Aun así, y por muy cómodos que nos sintamos contando nuestras intimidades a alguien que no nos juzga y siempre es amable, conviene recordar que lo que hay al otro lado es una máquina.
En lo más básico Zing no ve la ejecución real de los ejercicios ni puede detectar errores técnicos que podrían derivar en lesiones. Tampoco puede calibrar con exactitud ni entender tu estado emocional ante la práctica deportiva. Por eso, la app parece más adecuada para personas que ya tienen cierta experiencia entrenando y conocen su cuerpo que para quienes parten completamente de cero.
Tampoco la recomendaría para personas con lesiones complejas que requieran supervisión profesional o usuarios que hayan desarrollado previamente una mala relación con el deporte o la alimentación. En esos casos, seguirá siendo mejor recurrir al asesoramiento profesional humano.
Partiendo de esa base, Zing funciona significativamente bien para personas activas que necesitan motivación constante o que tienen dificultad para seguir planes de entrenamiento rígidos. Puede que tu trabajo o circunstancias personales te obliguen a improvisar con el horario y la duración de los entrenamientos o que simplemente te aburras con facilidad y agradezcas cierto nivel de novedad guiada. En esos casos, Zing Coach es, sin duda, una buena opción, porque permite esa flexibilidad, con la tranquilidad de que, de fondo, siempre hay un plan de entrenamiento con sentido.
Zing se mueve, por tanto, en un terreno intermedio interesante: más personalizado y cercano que las apps tradicionales, pero sin sustituir al entrenador humano. Un ejemplo claro de cómo la IA generativa está transformando también el mundo del fitness y el deporte, no tanto por la tecnología en sí, sino por su capacidad para introducir flexibilidad y acompañamiento en experiencias que antes eran rígidas, estándar y solitarias. La clave, como casi siempre, no está en la herramienta, sino en cómo y cuánto decidimos delegar en ella.
Isabel R. Benítez
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