Los riesgos de delegar en la IA la comunicación multilingüe empresarial
En plena era de la automatización, la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa de futuro para convertirse en una herramienta cotidiana. Redacta textos, responde correos, genera contenidos publicitarios e incluso traduce documentos a una velocidad y con una precisión ‘aparente’ que resultan seductoras para cualquier empresa orientada a la eficiencia. Pero ¿es suficiente con que algo ‘parezca’ correcto en el ámbito de la comunicación estratégica y multilingüe?
La aparente precisión oculta una profunda carencia
Las soluciones basadas en modelos de lenguaje, como los grandes modelos generativos (Large Lenguage Model – LLM), han transformado el acceso a la información y la generación de contenidos. No obstante, estos sistemas no comprenden el lenguaje; lo procesan estadísticamente. Esto significa que carecen de contexto, intención y sentido del impacto de lo que generan. Y ese vacío tiene consecuencias.
Una política ESG mal traducida, puede ser interpretada como un compromiso superficial. Estas políticas se basan en estrategias y directrices que las empresas adoptan para integrar criterios ambientales, sociales y de gobernanza en sus operativas diarias, por lo que una respuesta automatizada en una crisis de reputación puede sonar insensible o inadecuada. Una traducción jurídica incorrecta puede acarrear implicaciones graves. En otras palabras: la IA genera textos con abundancia, pero no con criterio.
Delegar en la IA la traducción de documentos estratégicos equivale a dejar la interpretación del mensaje y su impacto en manos de una máquina que no distingue entre una metáfora cultural y un tecnicismo jurídico. Los errores que comete no siempre son evidentes, y precisamente por ello, resultan peligrosos. Son las llamadas alucinaciones lingüísticas: errores que no parecen tales, pero que pueden alterar por completo el sentido de un mensaje o una instrucción.
Según el informe State of Machine Translation 2024, hasta el 80?% de los errores críticos en documentos multilingües proceden de fallos de traducción. Esto no solo afecta a la calidad del contenido, sino que pone en juego la reputación, la legalidad y la ética de las organizaciones.
La importancia del contexto humano
Traducir no es trasladar palabras: es adaptar conceptos, tonos y referencias culturales a públicos específicos. Es anticipar cómo se va a recibir un mensaje en otro idioma, con otra sensibilidad. La IA sí anticipa, pero lo que supone que quieres ver escrito y, por definición, no tiene experiencia, intuición ni empatía. No sabe cuándo una expresión es inapropiada, cuándo un término puede resultar ofensivo o cuándo una traducción literal traiciona la intención del original. ¿Recuerdas los false friends o falsos amigos?
Aquí es donde entra en juego la figura del traductor profesional, especializado, con conocimiento sectorial, con competencia intercultural y con capacidad crítica. Y también el papel de las empresas que apuestan por una comunicación multilingüe estratégica, alineada con sus valores, su marca y su responsabilidad social.
Defendemos el valor de la tecnología y su uso estratégico, combinado con supervisión y criterio profesional. La IA puede ser una aliada excelente para agilizar procesos y generar primeros borradores, pero su uso nunca debe suplantar la intervención humana cuando la precisión, la coherencia y la sensibilidad cultural son innegociables.
Revisar, corregir, adaptar y validar no son pasos accesorios: son garantías de calidad, y de respeto al destinatario. Porque comunicar bien no es solo solo una cuestión de forma, también lo es de fondo.
¿Quién liderará el futuro?
Las empresas que liderarán el futuro de la comunicación global no serán necesariamente las que más inteligencia artificial utilicen, sino aquellas que mejor la comprendan, la gestionen y, sobre todo, la combinen con inteligencia humana.
En un mundo donde los mensajes se multiplican y las audiencias son cada vez más diversas, comunicar de forma clara, precisa y humana en todos los idiomas es mucho más que una ventaja competitiva, es una obligación ética.
Artículo escrito por Arancha Caballero, lingüista, CEO de Nuadda Translations y presidenta de ANETI (Asociación Nacional de Empresas de Traducción e Interpretación).
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